jueves, 4 de abril de 2013

EL CHARLY


A comienzos de la década de los ochenta, los famosos ochenta de la movida, el bar Charly –lo de Farruco siempre lo omitía- lo descubrí gracias a un viejo amigo vecino de Pedrajas y vecino entonces de este bar. Yo era muy joven en aquella época, y la persona de Carlos, Charly, me impresiono bastante, sobre todo por su seriedad, que infundía mucho respeto, respeto que luego profesaba a los demás, fueran clientes o no, pero que albergaba una especial y casi tímida simpatía que derrochaba más cuando no estaba detrás de la barra del bar. Carlos, siempre me pareció una persona reflexiva y culta, no era un camarero al uso, amaba por supuesto a su familia pero también la cultura, y era también un apasionado de la música.



La personalidad de Carlos trascendía a su bar, y ahora parece ser que el bar no ha podido superar y aguantar la ausencia definitiva de su dueño, que al final, como si ambos destinos estuvieran ligados, también se va ir con él.

Quiero agradecer tanto a Carlos y a Fuencis, como al resto de su familia, su amabilidad, atención y el trato que me han dispensado durante todos estos años, no sé si he sido un cliente fijo o habitual del Charly, pero me he sentido siempre como si estuviera en mi hogar, conviviendo gratamente con amigos y clientes. 

Ahora, sin lugar habitual de convivencia o sin referencia, me encuentro un poco perdido, pero no queda otra, hay que afrontar el cierre del Charly y seguir adelante, pues eso es lo que hubiera querido Carlos. Podría recordar una situación singular, un momento en particular o una vivencia especial en el Charly, pero son tantas que seria difícil elegir una que fuera representativa de todo el tiempo que lo he podido frecuentar. El bar Charly formará parte de mi vida y aunque cierre físicamente y no pueda decir ¡Voy al Charly!, permanecerá siempre abierto a través del recuerdo de todos los momentos vividos en él.

Quiero rendir un homenaje con estas palabras a este lugar, a este bar, y como dice la canción, “bares qué lugares tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar”. Carlos, donde estés, y tú, Fuencis, haceros merecedores de todas las muestras de cariño hacia vuestro bar por parte de todos vuestros clientes, amigos y visitantes que lo han podido disfrutar durante todos estos años. Hasta siempre y gracias.  

Carlos Bernal, Harold.

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